490-479ac La sorprendente victoria griega en las Guerras Médicas
El Gran Rey con su capital en Susa, mandaba sobre unos 35 millones de súbditos desde Egipto hasta el Indo. Los griegos tenian un sentimiento ambivalente sobre los persas: eran un pueblo sin “isonomia kai eleutheria” (igualdad ante la ley y libertad); eran esclavos de un señor que los gobernaba a capricho. Pero al mismo tiempo, Heródoto expresa la admiración general de los griegos a los persas: “un pueblo noble e imperial”.
También era el rey de muchos griegos: jonios y cretenses; que se rebelaron. La coalición de ciudades jonias se quebró antes de terminar el primer año de la rebelión (490); y sencillamente fueron incapaces de mantener una estrategia coherente. Pero la quema de Sardes (489), la capital de la satrapía de Jonia, fue lo que determinó la reacción del Gran Rey.
Darío I, inició la campaña acompañado por el antiguo tirano de Atenas, Aristagoras, con la idea de colocarle como rey marioneta.
Se solicitó la ayuda de los espartanos, que rechazaron intervenir aunque su rey,
Cleómenes acariciaba la idea de convertirse en rey de Asia. Se quedaron en casa danzando la fiesta.
Pero la batalla de Maratón terminó con la inesperada victoria de los atenienses.
Milcíades, en una jugada arriesgada, Durante una sem
Fidípides corrió durante 26 millas para anunciar la victoria en Atenas. Llegó, exclamó “¡Niké!” (Victoria) y cayó muerto.
Después de la derrota, los persas decidieron que la próxima campaña no seria una mera operación de castigo, sino la conquista de toda Grecia. Fue el heredero de Darío I,
Jerjes el encargado de cumplir los planes. Envió cerca de 250,000 (5 millones según Heródoto) hombres y unas 1.200 trirremes como flota de apoyo; de las cuales 1/4 habían sido reclutadas entre los griegos asiáticos.
Mardonio fue el encargado de la organización y la logística de la expedición.
La idea era que la mera presencia de tamaño ejercito crearía el pánico entre los griegos que irían cayendo; uno tras otro, disolviéndose como azucarillos. (“Medizando”, es decir, rindiendose a los medos). Pero los atenienses y plateos; y los miembros de la Liga del Peloponeso dirigida por Esparta estaban decidídos a resistir, aunque la cohesión de la alianza era muy débil.
Temístocles cedió a Esparta la jefatura de las fuerzas de mar y tierra. Y otra concesión más importante, si la primera línea de defensa caía (Artemisión-Termopilas), los ateniense evacuarían la ciudad y se defenderían en Salamina.
La flota se defendió bien en Artemisión. Mientras en las Termopilas, Jerjes esperó durante 4 días antes de lanzarse contra las fuerzas que le cerraban el paso; que incluían los 300 espartanos de la guardia real, dirigidos por el rey Leónidas.
”Extranjero, ve y di en Esparta que aquí yacemos obedientes a sus leyes”
Temístocles fue decisivo de nuevo forzando mediante un truco la lucha en los estrechos donde la diferencia numérica no suponía una desventaja sino mas bien lo contrario. Envió un mensaje al Gran Rey donde decía que.
Los griegos se vieron forzados a atacar mientras la población veía la batalla desde la playa. Jerjes se encontró sin líneas de suministro y con su flota destrozada. Volvió a casa, entre otras cosa para evitar que algún medio hermano intentara capitalizar la derrota para postularse como candidato al trino.
En el verano de 479 Jerjes se quedó sin opciones de conquistar Grecia.
Según Plutarco, el día después de Salamina, se celebró una votación para determinar quienes eran el principal actor de la victoria y el segundo responsable. Todos los generales recibieron un voto como primer responsable (el suyo propio) y Temístocles recibió todos los votos como segundo. Esto demuestra las dificultades de coordinar una coalición pan-griega.
Lo lógico es que Temístocles como arquitecto del éxito militar debería haber podido capitalizarlo su victoria y liderar la polis ateniense; sin embargo se encontró en exilio casi sin darse cuenta.
La coalición entre Atenienses y Espartanos prácticamente estaba destruida antes de la derrota final del Gran Rey. En lugar de aproximar y acercar peloponesios y atenienses, de alguna manera acentuó sus diferencias; y suponen el inicio del despegue de Atenas como potencia marítima, lo que terminaría convirtiéndola en potencia imperial.
Para el comentario:
- ¿Qué lecciones o paralelismos podemos encontrar para la España de hoy?
- ¿Que era más peligroso para los griegos: su desunión o la potencia del enemigo?
- ¿Recuerdas algún caso de ingratitud en la historia española reciente como el de Temístocles?